Durante su cautiverio, sólo fue alimentado con leche condensada. Se recupera en un centro especial con el objetivo de volver a su habitat natural.
Los aninales siguen sufriendo la acción del hombre y Budi, un pequeño orangután, es un dramático ejemplo del daño que algunas personas someten a la vida salvaje.
A poco de nacer, este ejemplar de oraguntán fue comprado por una familia de Ketapang, al oeste de la isla de Borneo, en Indonesia, y durante diez meses vivió encerrado en una pequeña jaula para gallinas.
Pero en octubre último, la propietaria entregó su mascota a las autoridades locales al comprobar que estaba muy enfermo.
Es que durante su cautiverio, Budi sólo había sido alimentado con leche condensada.
En diciembre pasado, un equipo de rescate de la Agencia para la Conservación de los Recursos Naturales en Ketapang, el Parque Gunung Palung Nacional y la organización International Animal Rescue (IAR) recogió a Budi.
Y puso en marcha un difícil proceso de rehabilitación. El pequeño fue trasladado por ruta en un viaje de 10 horas e internado después en el centro de IAR para la recuperación de animales heridos, abandonados o maltratados.
Los informes iniciales indicaban que Budi se encontraba extremadamente débil, incapaz de moverse y con una anemia grave.
"Ni siquiera podemos imaginar cuánto dolor sufrió esta pequeña cría", explicó la doctora Karmele L Sánchez, directora del Programa de IAR en Indonesia.
A poco de nacer, este ejemplar de oraguntán fue comprado por una familia de Ketapang, al oeste de la isla de Borneo, en Indonesia, y durante diez meses vivió encerrado en una pequeña jaula para gallinas.
Pero en octubre último, la propietaria entregó su mascota a las autoridades locales al comprobar que estaba muy enfermo.
Es que durante su cautiverio, Budi sólo había sido alimentado con leche condensada.
En diciembre pasado, un equipo de rescate de la Agencia para la Conservación de los Recursos Naturales en Ketapang, el Parque Gunung Palung Nacional y la organización International Animal Rescue (IAR) recogió a Budi.
Y puso en marcha un difícil proceso de rehabilitación. El pequeño fue trasladado por ruta en un viaje de 10 horas e internado después en el centro de IAR para la recuperación de animales heridos, abandonados o maltratados.
Los informes iniciales indicaban que Budi se encontraba extremadamente débil, incapaz de moverse y con una anemia grave.
"Ni siquiera podemos imaginar cuánto dolor sufrió esta pequeña cría", explicó la doctora Karmele L Sánchez, directora del Programa de IAR en Indonesia.
"Gritaba de dolor y sus ojos se llenaban de lágrimas cada vez que los veterinarios lo movían; es realmente increíble que Budi haya podido sobrevivir tanto tiempo encerrado".
Tras tres meses de cuidados, Budi se está recuperando de forma muy
satisfactoria y empieza a ser capaz de desplazarse y colgarse de las
ramas, como hacen los orangutanes de su edad.
En diversos videos filmados en el centro de animales de la
organización se puede comprobar que Budi incluso empezó a relacionarse
con otros animales de su especie y se alimenta con cierta normalidad.
Como ocurre con muchos otros animales rescatados, Budi sigue un
proceso de rehabilitación con el objetivo de poder volver a su medio
natural.
Para llevar a cabo esta acción IAR puso en marcha una campaña internacional de recaudación de donaciones.
Fuente: Redacción Día a Día
Una sorpresa muy grata el haber descubierto tu blog, tienes unas entradas muy interesantes, y muy buena información. Saludos animalistas desde Valencia, España
ResponderEliminarGracias por Escribirnos! Saludos desde Córdoba Argentina , es un placer contarte entre nuestros seguidores!
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