Hoy hablamos sobre un insecto que por su aspecto asusta. La Mantis Religiosa
La naturaleza ha provisto a la mantis religiosa de todo lo necesario para ella vivir en un mundo donde hay depredadores y muchos animales que están tras ella.
Está equipada para cumplir con su papel en su ciclo biológico y el la ambiente.
El nombre de mantis religiosa se le otorga por la forma de sus patas
delanteras que parecen estar en una posición de oración, mide entre
cuatro y cinco centímetros, tiene tres ojos simples, algunos la conocen
como santateresa, mamboretás, campamochas o rezadoras, este tipo de
insecto se le conoce también como mantodea, existen de este tipo unas
dos mil quinientas especies aproximadamente, les agrada estar en los
trópicos, allí es donde existe gran variedad de ellas.Del
mismo modo la forma de sus patas le permite cazar y devora fácilmente a
su presa, su color le permite estar en la vegetación y camuflarse,
tienen una relación muy unida, con los insectos conocidos como
xilófagos, es decir las termitas y también con las cucarachas, por lo
tanto a estos tres insectos se agrupan en el superorden dictyoptera.
Reproducción de la mantis religiosa
La
mantis religiosa presenta una diferencia de muchos insectos y esta es
que no tiene el estado de larva o gusano, sus hijos se multiplican y
naces como ninfas, es decir unas mantis diminutas, estas llegan a su
estado adulto después que realizan varias mudas de su piel, en la medida
en van creciendo ya que esta no le queda y no le permite desarrollarse
más, pueden llegar a realizar este proceso unas doce veces.
Recordemos
que las mantis son animales solitarios y que solo se unen cuando van a
copular, para diferenciar a la hembra del macho, debemos fijarnos en los
segmentos del abdomen, pues la fémina tiene menos que el varón, es
decir seis y ocho, de igual forma la hembra es más pequeña que el varón
Para la mantis religiosa macho, la muerte es un
verdadero destino luego de copular, mientras que para la hembra, el
amor es visto como el ingrediente para la supervivencia de su especie.
La causa: el canibalismo sexual, la hembra lleva las cosas a lo extremo
y se come a su pareja durante o después del coito.
Los
acontecimientos empiezan de una manera inocente. La mantis religiosa
macho se posa sobre la hembra y comienza a inseminarla para fertilizar
los huevos de su compañera. Por su parte, la hembra parece no moverse.
El emparejamiento se vuelve un ritual silencioso y, hasta pacífico.
El
peligro se visibiliza cuando la mantis hembra se da la vuelta y lo
agarra con sus patas. Un breve forcejeo se da entre los dos amantes.
Hasta que la cabeza del macho es cercenada y degustada por su pareja,
quien no tarda en devorarlo.
El acto de engullir al macho tiene su
explicación. Al devorar a su querido, la mantis religiosa hembra
obtiene una dosis extra de proteínas para poner más huevos. Pero el
propósito de copular no termina ahí. La decapitación de la pareja no es
un obstáculo. Como la mayoría de los insectos, las mantis religiosas aún
tienen espasmos musculares al arrancarles la parte superior del cuerpo.
Esto significa que la mantis hembra prosigue su copulación con el macho
de manera exitosa, excepto que éste ya no tiene cabeza y está muerto.
Más información:
ecoosfera.com
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